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Swipe left o swipe right. Cuando eliges o descartas a tu próximo ligue por el móvil no eres el único que sabe lo que te atrae. Populares aplicaciones de citas como Tinder, Grindr u OkCupid venden información privada de sus usuarios como preferencias sexuales o su geolocalización a empresas de publicidad y marketing, una práctica que, según denuncia el Consejo de Consumidores de Noruega en su último informe, supone una vertiginosa «multitud de violaciones de los derechos fundamentales».
El caso es especialmente grave en Grindr y OkCupid. La primera ‘app’, destinada a hombres homosexuales o bisexuales, vende a más de una docena de empresas información que permite identificar a sus usuarios como tales. La segunda, un sitio web de citas con millones de usuarios, vende datos como el origen étnico, orientación política o consumo de drogas. Cada un tiene hasta 10 millones de descargas solo en Google Play.
La responsabilidad de esas violaciones es compartida. El informe señala que los datos de los usuarios son compartidos con terceras partes “inesperadas” a través de las plataformas de gigantes tecnológicos como Facebook, Google y Twitter. MoPub, la herramienta de monetización de Twitter, opera como “mediador” de Grindr y tiene una lista con más de 160 socios.
La venta de datos personales puede ser especialmente nociva para las mujeres, pues el informe señala que ‘apps’ que controlan los períodos de menstruación y calendarizan la ovulación como ‘Clue’ o ‘MyDays’ también comercializan con la intimidad de sus usuarias.
Lo mismo sucede con otras aplicaciones analizadas como ‘Perfect365’ (maquillaje), ‘Qibla Finder’ (religiosa islámica), ‘My Talking Tom 2’ (para niños) o ‘Wave Keyboard’ (teclado).
En un nuevo aviso sobre los peligros del capitalismo de la vigilancia, el Consejo de Consumidores de Noruega denuncia que la situación está “completamente fuera de control, perjudicando a los consumidores, sociedades y empresas”, pues suponen un golpe contra las instituciones democráticas y una violación de las leyes de protección de datos vigentes en Europa. “La vigilancia comercial masiva que se lleva a cabo en toda la industria de la tecnología publicitaria es sistemáticamente contraria a nuestros derechos y libertades fundamentales”, critican.
La mayoría de esas aplicaciones móviles o solicitan el consentimiento del usuario con terminología legal confusa o directamente no informan de esa venda de datos al mejor postor. El Consejo de Consumidores y el centro para los derechos digitales NOYB presentarán demandas contra las tecnológicas implicadas en este escándalo en los tribunales europeos.
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